jueves, mayo 01, 2008

Mi yo en ti.


Aullido. Una mujer, un soplo femenino, se encierra en callejuelas de cemento, rodeada de seres desconocidos, frente a una triste e incógnita noche. Allí quiere quedarse, ahí hay que dejarla.


Otra mujer, un relejo artístico, otro soplo femenino, permanece invisible pero presente a mi lado. Cuelga alegre de mi brazo, mirándome con la mirada noble, inocente y profunda de siempre.

No, no. En ese umbral perdido no existió una separación simple de ser con ser; nos separamos de nuestra criatura más querida, pero también de nuestra parte que el otro quería y que se va con ella. ¿Verdad que anoche tú no te separaste de mi, ni yo de ti? Más bien yo siento que me he separado de mi, y tú de ti mis
ma. Tengo la agobiante sensación de andar entre cuervos y fantasmas alargados, protegido por alguien a quien quiero abrazar y besar, por que cuando lo intento desaparece, escapando y dejándome completamente solo y a medio existir, desgarrado.

Angustiosa y dulces sensación a la vez, la de confiar en ti, la de creerte que te vas para volver luego. ¡además que ira siento contra toda la gentuza innoble, que ganas de echarlos a todos, y de hacerte sitio, un sitio enorme, un reloj detenido solo para ti!

Tengo tus cartas en mi escritorio y tomo cada, examinándola como si yo fuese un apóstol, y tu carta fuera la prueba más tangible de Dios. ¡Qué mentira eso que dicen de que el papel no pesa! Quizás sea un fundamentalista, pero tus cartas me pesan como la más hermosa y grave de las realidades. Estaban entre mis manos como una prueba material de que eras, de que habías existido. Porque ¿sabes?, empecé a dudar… a dudar de todo, de tu realidad, de la mía, de los días recientes y por sobretodo de los días pasados… Solo el peso de tus cartas me sirve de prueba. Vivo, aún, en esos rectángulos de papel. Son para mi, el lugar más cierto del mundo. Antes de leer tenía la vertiginosa sensación de que todo podía salir mal; de que esas hojas pálidas podían estar en blanco o contener garabatos míos, textos hermosos pero insulsos, en total desconocimiento del amor verdadero, porque tú no habrías existido. Las preguntas me atormentaban: “¿Soy? ¿Es? ¿Somos?” y luego las leía con la avidez que un desierto chupa una lluvia rápida regalada por el cielo. ¡Cuantas delicias! Primero el ir aprendiendo a leerte como si fuera la primera vez: tu letra, esos dibujos pequeños en el papel, luego tu estilo. Ir tropezando con cada símbolo ortográfico y descifrar, por fin, las palabras. ¡Tus cartas para mi son todo un modo de vivir!
Son una ventana al carnaval. A veces eran más suaves y nostálgicas, pero no importa, así debía ser; y además, por encima de la nostalgia y la melancolía, existía, de todos modos, un goce sin límites.

¿Es posible? ¿Tendré la suerte de ser re-elegido, para en un momento difícil de tu vida salvarte de algo? No es por egoísmo que quiero seguirte, es por bien tuyo. Tranquila, por ese bien tuyo también me quedo, sin buscarte. Qué paradójico ¿no?

Puedo serte espiritualmente útil y me preparo ¿sabes? Frente a la esplendida tarea prometida, de ayudarte a vivir, de arrancarte los poderes sombríos que te amenazaban. Y eso por ti, no por mi ¿sabes? Tú me hiciste ese favor, ahora déjame que te sirva.

Qué cosa más justa que tú, que ya no muestras entusiasmo ni por la decisión que has tomado, recojas, de vuelto a través de mi, ese entusiasmo por nosotros, entusiasmo que es tuyo, también tuyo. ¡Tú no has nacido ni para escepticismo cínico, ni para la frivolidad de auto engañarse en post de ideas que internamente sabes que luego nos parecerán absurdas! No te rindas nunca a eso. Cree en ti y en la nobleza de nuestras almas entrelazadas. Vive de ellas. No ahora, entiendo… solo quiero que después no tengas temor de quitar a nadie nada, queriéndome. Todo es tuyo.

No, yo no soy ni seré peor para nadie por ti, pero tampoco podré querer ser mejor. Eso es lo único que guardo exclusivamente para ti, y para mi, el ansiar ser mejor.

Tú en mi no serás nada malo, nunca. Nadie me robará el pedazo de ti que se vino conmigo. Incluso él no quiere irse y se esconde en mi piel, aferrado con uñas y dientes, y sin quererlo, haciéndome sentir culpable. No tengas miedo; esa nostalgia, ese amor por ti en mi, y fundamentalmente por ti en ti, me hará ser cada día mejor, y así, mi parte en ti también lo será: solo sé receptiva y valiente para volver, mi yo en ti estará indicándotelo. Núnca sufras por nosotros, eres pura, leal y clara; quizás un poco torpe, pero con esto crecerás, en eso tienes razón. Yo también lo haré. Después nos reíremos de todo esto, y de nosotros vendrá, nuevamente, esa luz alta, que viene de nuestro santuario, de nuestro cielo, y de nuestro nidito de amor, pajarito mío.



1 de los sospechosos de siempre:

Anónimo dijo...

Argh! carajo me encantas! :S::S:S:S:S:S