martes, marzo 27, 2007

Memoria en la tienda del circo


Cuando tenía cuatro años y apenas empezaba a hablar conocí el circo; llegó a mi pueblo con sus carpas de colores y flotando en una música carnavalesca. Vino de la nada, o al menos eso parecía, para cambiar mi visión del mundo que no iba más allá de las casas de barro pintadas con cal y flores azules y chiquititas que crecen el campo. No sé donde se instalaron, pero seguramente fue en las afueras del pueblo, ya que era tan pequeño que apenas nosotros cabíamos en él. A decir verdad a penas recuerdo el lugar donde vivía, pero sí que recuerdo al payaso haciendo trucos con pañuelos y pelotas, a la mujer que tenía más barba que mi padre, al trapecista que parecía no importarle estar colgando a más de seis metros de altura…
De ahí que sé que existen otro tipo de personas, pueblos que son de más lejos de donde podemos ver. A los cuatro años descubrí –o fui descubierto- el circo, y así fue como me deslumbré con el escenario de la vida.

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