miércoles, enero 10, 2007

La noche de las estrellas

Hace mucho tiempo, en un pueblo que no está ni cerca, ni lejos, sino mucho más allá, vivía un señor al que no le gustaba la noche. Durante el día, a la luz del sol, el señor disfrutaba tejiendo sus cestas, cuidando sus animales y regando su huerto. A veces, mientras descansaba, se ponía a cantar. Pero cuando el sol se ocultaba detrás de las montañas, el señor al que no le gustaba la noche se entristecía. Todo a su alrededor se iba poniendo gris, oscuro, negro.

- Otra vez la noche. ¡Qué fastidio con la noche!

El señor guardaba sus animales, recogía las cestas, encendía la lámpara y se encerraba en su casa. A veces, se asomaba por la ventana, pero no había nada que ver en la noche negra. Entonces, apagaba la lámpara y se acostaba a dormir. Una tarde, cuando el sol ya desaparecía, el señor decidió subir a la montaña. La noche venía tapando el cielo azul. El señor escaló hasta la punta del cerro más alto y desde allí gritó:

-Mira, noche. Párate.

Y la noche paró un momento.

-¿qué pasa? – preguntó con una voz suave y ronca.
- Noche, tú no me gustas. Cuando tú llegas, se va la luz y se van los colores. Solo queda oscuridad.
- Tienes razón- respondió la noche.- así es.
- Dime, ¿a dónde te llevas la luz?
- Bueno, la luz se esconde detrás de mí. No puedo hacer nada. Lo siento.

Y la noche terminó de estirarse y tapó de negro todas las cosas. El señor bajó la montaña y se acostó a dormir. Pero no pudo dormir. Recordaba su conversación con la noche. Al día siguiente trabajó muy poco, pensando y pensando en las palabras de la noche. Y esa tarde, cuando la luz volvió a desaparecer, dijo:

-Ya sé lo que tengo que hacer.

Subió una vez más a la montaña. La noche era un inmenso toldo negro que lo cubría todo. Cuando llegó hasta la punta del cerro más alto, el señor se empinó, alzó su mano y hundió su dedo en el cielo negro. Un agujerito se abrió y brilló un puntito de luz. El señor al que no le gustaba la noche se puso contentísimo. Abrió agujeritos por todas partes y en todas partes brillaron puntitos de luz.

Maravillado, apretó la mano, y de un golpe metió el puño entero. Entonces se abrió un hueco enorme por donde se asomó una luz grande y redonda como una toronja. La luz que se escapaba por los agujeros de la noche bajó por la montaña, y un brillo tenue y plateado iluminó los campos, las casas, la iglesia y la plaza.

Esa noche nadie durmió en el pueblo.

Desde entonces, cuando el sol se va, el cielo se llena de luces y la gente se puede quedar hasta muy entrada la noche mirando la luna y las estrellas.

2 de los sospechosos de siempre:

Boina Descalza dijo...

Wow!! que sorpresa encontrarme con tu blog tan actualizado...toda uan entretención para la espera del almuerzo. Me gustaron absolutamente todos los textos, en especial el de la fiebre, pero ya te había contado que me encantó. Eres terrible con tus propias creaciones!!! Te dejo un poema de José Emilio Pachecho (me lo recomendó ayer tu papá)
LLUVIA DE SOL

La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.

Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.

Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo

le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella

que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.

Boina Descalza dijo...

¿Debería esperar a que llegaras a la puerta antes de pasar?
No, debería estar esperando tu llegadaa

¿Debería sonreírte más a menudo?
Por supuesto

¿O acaso debería dejar que mis dedos se mezclaran en tu pelo?
Debería dejarlos, sabiendo que podría estar asi muchisimo tiempo.


¿o acelerar el paso para toparme contigo en la esquina?
Correr más bien.


¿Debería escribir un cuadro o pintar un libro?
Trataría de lograr ambas cosas

¿aterrizar sobre un edificio solitario?
Te buscaría para aterrizar en algún lado que no se aleje demasiado.


¿O tirarme de un cerro para saber cuanto me demoro en arrastrarme a alguna planicie?
Es mi gran sueño.


¿Debería abrazarte tan fuerte para que nunca pudieras escapar?
Podría y querría, sería lo mismo.


¿Y regalarte una flor antes de que duermas?


¿Esperar a te cruzes sin avisar o esperarta eternamente?
Esperarte eternamente